No es solo Estados Unidos: Alemania también recorta sus fondos de cooperación en Colombia
Las fundaciones KAS y Fescol, dependientes de los principales partidos políticos alemanes, afirman que encaran dificultades, aunque no comparables con las medidas de Trump


La solidez de los fondos de cooperación en Colombia se resquebraja. La suspensión de las ayudas de la agencia de cooperación al desarrollo de Estados Unidos (USAID) a inicios de año supuso un golpe de muerte para decenas de proyectos y organizaciones sociales. Ante este escenario, en el que el mayor donante cerró el grifo abrupta e indefinidamente, muchos giran la mirada hacia otros países, especialmente a los europeos. Lo que se encuentran, sin embargo, no son buenas noticias: es imposible cubrir el vacío y algunos, como Alemania, se han visto obligados a reducir sus subvenciones.
La cooperación germana es vital para distintos programas sociales, muchos de ellos enfocados en la defensa de la democracia, la paz o el medio ambiente. De acuerdo con el Servicio de Monitoreo Financiero de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, la financiación alemana en ayuda a Colombia durante 2024 fue de 7,4 millones de dólares, unos 31.000 millones de pesos. Para este año, la cifra reportada hasta la fecha es de 4,6 millones, un 37% menos.
La Fundación Konrad Adenauer Stiftung (KAS) y la Friedrich-Ebert-Stiftung (Fescol), dependientes de la Unión Democristiana (CDU) y el Partido Socialdemócrata (SPD), respectivamente, son las fundaciones alemanas políticas más grandes en el país y ya han comenzado a sentir los efectos de un menor presupuesto para el desarrollo.
Por un lado, la KAS, que opera hace más de 60 años en Colombia, señala que trabaja con un 10% menos de su presupuesto del año anterior. “Es triste que tengamos menos plata porque la economía sigue sin crecer. Pero hay que aclarar que no es una decisión al estilo Elon Musk o Donald Trump de cerrar la cooperación”, explica Hartmut Rank, representante para Colombia.
Fescol, por su parte, señala que hay una situación de dificultad y de grandes “desafíos financieros” tanto en Alemania como en otros países. “Apostamos por la transparencia y mantenemos un diálogo constante con nuestros aliados y buscamos soluciones conjuntas. Las decisiones sobre ajustes [monetarios] siempre se toman en este marco, pues la realidad nos obliga a ser pragmáticos”, afirma Oliver Dalichau, director de la fundación, presente en Colombia desde 1979.
Una economía estancada
Para entender la compleja situación económica que enfrentan estas organizaciones es necesario comprender el contexto político alemán. La mayor economía de Europa entró en 2024 en recesión por segundo año consecutivo, lo que puso una gran presión sobre el Ejecutivo del socialdemócrata Olaf Scholz para encaminar las finanzas. La promesa se quedó sin cumplir. A inicios de noviembre, la coalición de Gobierno se rompió precisamente por un desacuerdo sobre los recortes masivos de gasto que proponían los liberales. La fractura abocó en elecciones anticipadas, celebradas en febrero, que dieron por ganadores a los conservadores de la CDU, partido liderado por Friedrich Merz, que se dispone a ser ahora el nuevo canciller.
La parálisis política impidió que el Bundestag (Parlamento) aprobase los presupuestos para 2025, por lo que los de 2024 se prolongaron un año más, con todo lo que ello conlleva: produjo una rebaja de alrededor de 1.000 millones de euros en el presupuesto de desarrollo del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo, el encargado de asignar el dinero de la cooperación.
El triunfo de Merz, que negocia la formación de un nuevo Gobierno con el SPD, tampoco es garantía de que las subvenciones vuelvan a crecer. Alemania, como otros países de Europa, está enfocada en el rearme ante la amenaza rusa y la búsqueda para romper con la dependencia de Estados Unidos en materia de seguridad. El Parlamento aprobó a mediados de marzo una reforma constitucional para gastar centenares de miles de millones de euros en defensa e infraestructuras.
¿Dónde recortar?
Con menos dinero, las fundaciones tienen que maniobrar para seguir apoyando a sus socios en Colombia. Fescol apunta a la importancia de la planificación para “hacerles justicia” a sus aliados. “Las condiciones de los proyectos cambian continuamente y no siempre significa que una línea de trabajo deba ser eliminada. A veces, con reducir el tamaño de los grupos o elegir un lugar diferente de trabajo es suficiente”, asegura Dalichau. ¿Cómo eligen qué programas sufrirán un recorte? “Por lo general, nos centramos en mantener los proyectos con mayor impacto en nuestros objetivos clave: democracia, justicia social y paz”, responde.
La KAS dibuja un panorama similar: “Cada año hay cambios. Podemos añadir a organización A, discontinuar a la organización B y pausar el trabajo un par de años con la C. Todo depende de los temas que sean relevantes cada año”, expone Rank. En 2024, la COP16 tomó un gran protagonismo para la fundación. Este año, continúa el representante, un tema esencial es el 80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. “Hemos tenido que cortarle el dinero a un par de proyectos, pero hemos puesto más en otros. Al fin del día no todos son completamente iguales y tenemos que encontrar un equilibrio”.
Los líderes de ambas fundaciones coinciden en la importancia de mantener la confianza de sus socios, que incluyen partidos políticos, centros de pensamiento, medios de comunicación y organizaciones sociales. Para Rank, ninguna contraparte se siente “infeliz” con el trabajo de la KAS. Dalichau opina que la “estrecha colaboración” con los receptores de la cooperación es fundamental para encontrar soluciones en el corto plazo.
La suspensión del trabajo de USAID en Colombia ha afectado proyectos en los que contribuía conjuntamente con los alemanes. La agencia estadounidense frenó la entrega de unos 400 millones de dólares anuales, una suma imposible de reemplazar por privados o por otros países. Rank lamenta “no poder suplir los millones de dólares de Estados Unidos”. “No podemos salvar el mundo, aunque quisiéramos”, agrega. Por su parte, Dalichau espera que tanto la Unión Europea como Alemania “reconozcan la oportunidad que presenta esta crisis. Una nueva reducción de la cooperación para el desarrollo sería la peor decisión”.
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